Los edulcorantes, enemigos de tu salud y de lo ecológico

La obesidad y el consumo de azúcar excesivo (sobretodo y sorprendentemente por niños) ya no tiene secretos y cada vez más se conocen las consecuencias negativas que esto conlleva. El tema del azúcar está ya en boca de todos, especialmente desde que sinazucar.org publicó unas polémicas fotos de productos con sus contenido en azúcar, expresado en terrones, junto a ellos.

 

Fuente sinazucar.org

Por esto hay muchas campañas y propuestas para la reducción del consumo de azucares y sustituir las bebidas de fruta azucaradas por bebidas vegetales como gazpachos, como ya comentamos en otro artículo. Estas estrategias se basan en la disminución de su consumo, la disminución de la tolerancia a esta sustancia tan calórica, tan poco nutritiva y tan adictiva que es el azúcar.

Pues aunque ya sabemos que lo ideal es reducir su consumo, nos empeñamos en seguir buscando sabores dulces y sucedáneos que nos quiten la culpa y que no solucionan el problema como son todos los edulcorantes que hoy día nos encontramos en muchos productos alimentarios.

 Veamos una clasificación de los edulcorantes según su origen y donde los encontramos:

EDULCORANTES NATURALES

La fructosa. Se metaboliza más lentamente que la sacarosa, por lo que produce un aumento menor de glucosa en sangre. En cualquier caso conviene consumirá en su forma original contenida en la fruta entera. Cuando la fruta se hace zumo al desprenderse de la fibra el azúcar queda libre y pasa tal cual a la sangre mientras que el la fruta la fibra controla este proceso. Por eso ahora se está también alarmando de la necesidad de controlar el exceso consumo de zumos de fruta envasados. La fructosa aporta 4 kilocalorías por gramo.

Sorbitol (E-420) y Xilitol (e-967).  Son azúcares del alcohol ( polioles ) contenidos habitualmente los chicles “sin azúcar”. Pueden transformarse en el hígado en forma de fructosa y glucosa. Cantidades excesivas puede producir dolor abdominal y diarrea. El sorbitol y xilitol aportan 2 kilocalorías por gramo.

Lactitol (E-966). Es otro azúcar del alcohol menos dulce que la sacarosa. Se emplea en la elaboración de dulces bajos en calorías.

La stevia que ha cogido bastante protagonismo en los últimos tiempo es considerado un endulzante natural, la planta como tal, con un poder endulzante de lasta 300. Ahora bien, en cuanto se empiezan a extraer de forma química los glucósidos de esteviol y se convierte en 2011 en un aditivo declarado con código E 960, de natural le queda ya poco.

 

Planta de stevia y su glucósido. Fuente: mundonatural.tv

Planta de stevia y su glucósido. Fuente: mundonatural.tv

 

EDULCORANTES ARTIFICIALES 

Sacarina (E-954), aproximadamente 250/300 veces mas dulce que el azúcar común ( sacarosa ) . Se recomienda no tomar cantidades superiores a los 2.5 mg al día. Como el resto de edulcorantes artificiales, no aportan calorías como tal pues el organismo no los metaboliza.

Sucralosa (E-955), unas 600 veces más dulce que la sacarosa. Tiene el mismo sabor que el azúcar común. Se utiliza para endulzar bebidas de bajas calorías y alimentos procesados. Su cantidad máxima recomendada es 15mg/kg.

Ácido Ciclámico (E-952), de 30 a 50 veces más dulce que el azúcar y se utiliza en gaseosas, lácteos edulcorados y chocolates. Su ingesta diaria recomendada es de 7 mg/kg . A dosis altas se han identificado algunas bacterias de la flora intestinal que pueden degradarlo y derivar en un metabolito potencialmente tóxico.

– Aspartamo (E-951) con poder edulcorante entre 150 a 200 veces superior al de la sacarosa. La cantidad máxima aproximada que se puede ingerir por día es de 40 mg/kg y puede usarse como edulcorante de mesa o en postres congelados, bebidas, en goma de mascar y gelatinas. En 2015, la empresa PepsiCo lo retiró de entre sus ingredientes y aunque posterior mente la EFS lo declaro como seguro, ha quedado su imagen perjudicada.

 

 

Ahora bien, ¿cuál de estos es el más adecuado?

Antes de entrar a debatir esta cuestión, que tal vez sea más una cuestión de sabor que de salud, hay que dejar claro que cuanto más aditivos utilicemos menos aprenderemos a apreciar el sabor natural de los alimentos. La agricultura ecológica dedica muchos esfuerzos a respetar el sabor natural de los vegetales, teniendo que ingeniárselas día a día para obtener la mayor calidad en sus cultivos con el mínimo de agresión a estos y al medio ambiente. Estos esfuerzos merecen la pena cuando el consumidor aprecia y elige a consciencia alimentos ecológicos. Reflejo de esto es que cada vez la demanda de ecológico es mayor y cada vez son más los países que lo integran en su cultura como hábitos normalizados.

Este movimiento a favor de lo ecológico, de lo natural, de los sabores auténticos y originales, está totalmente enfrentado a la tendencia que sigue empeñada en azucarar, edulcorar, aditivar los alimentos que consume para al final no acabar entendiendo a que saben los alimentos y a un precio en salud muy elevado.

La cuestión principal no es si los edulcorantes son sanos o no, cancerígenos o no, engordan o no, son seguros o no, pues todos están aprobados por la EFSA, tiene declarada su ingesta máxima recomendada como hemos visto y se pueden consultar los estudios realizados en relación a su sospechada acción anticancerígena en la página oficial del Instituto nacional del cáncer.  Lo verdaderamente preocupante de su uso es que no solucionan el problema de la adicción por lo dulce y la perdida de gusto por los sabores originales.

 

Tom